EPILOGO 68. EL PRIMERO.

EL PRIMERO.

Desde que subimos a este Monte, que atiende – ? Venga hombre que ahora mantienes conversaciones con las Montañas, claro son las únicas que te aguantan tus manías y tus achaques, ? No -, por el apelativo de “ El Casco “ y que parece que sea el guardián de La Brecha de Roldan; – otro que tal baila, menudo morlaco debía ser, para de un Espadazo, hacer aquel corte que comunica Francia y España -, pues desde su cima se puede contemplar el enorme tajo en la muralla, siempre y cuando no sea uno de esos días en los que “ La gabacha “, – las nieblas que viniendo del Norte se topan de pronto con el murallón del Circo de Gabarnie. Precisamente ese panorama meteorológico fue el que nos encontramos hace muchísimos años el día al que hago referencia al nombrar este mismo texto, pues curiosamente aun siendo un pico de mas de 3000 mt. Por los pelos exactamente 3011, sin embargo para el grupo que hicimos la ascensión representaba el comienzo de nuestras andanzas por la Alta Montaña de los Pirineos; y la celebración habitual para los raquíticos bolsillos del grupo, fue brindar con sidra El Gaitero, mas a nuestro alcance que el champagne y las burbujas igualmente se subían a la cabeza y soltaban algunas inhibiciones, que alguno no supo aprovechar adecuadamente ¿¿ , tal vez precisamente por sentirse demasiado abrumado, – ? O deberíamos decir montado en la uva ¿ – . Pero dentro de las tradiciones culinarias afines al evento del primer tres mil, había otra mas extrema y curiosa, con el rimbombante apelativo de ; “Huevos de guía “, – ¡¡¡Que no echéis a volar la imaginación calenturienta, que no va por ahí ¡¡¡¡ – .Era un postre consistente ¡¡¡ MUY, pero que muy CONSISTENTE ¡¡¡ En un plato sopero lleno de leche condensada y en medio flotaban dos trozos de melocotones en almíbar. ¡¡¡¡¡ PUAJJJJJJ…..

Nos habíamos quedado a medias narrando la experiencia de aquella primera cumbre, que dada la cantidad de nieve que había por aquellas fechas, nos hizo sudar de lo lindo turnándonos cada poco en la cabeza del grupo abriendo la huella, para ir viendo poco a poco como las nieblas deshilachadas nos abrazaban echándonos en la cara su húmedo y frio aliento, que formaba parte del inmenso mar de nubes que nos oculto la visión de los abismos de la cara Norte, que al chocar con las paredes daban la imagen de un mar embravecido salpicándonos con su vaporoso oleaje.

En la parte inferior de la ilustración aparecen las estribaciones de otra montaña muy característica de Sobrarbe, “ Los Sestrales “, que no resulta fácil componer este encuadre si no es mirando el panorama en distancia y buscando que la perspectiva haga que se puedan alinear estas dos Montañas que de otra forma quedan bastante alejadas la una de la otra.

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