EPILOGO 89. BARRACA de JUBILADO.

BARRACA de JUBILADO.

Acostumbra a ser habitual, que en las proximidades de algunos pueblos, en los aledaños, próximos al núcleo de casas, y con la cercanía de algún rio o arroyo, que facilite la tarea del riego, aparecen pequeñas parcelas, ocupadas por huertos mas o menos extensos, y cada uno con la impronta particular de quien lo cuida, y digo “Cuida “, pues por la disposición de los bancales, y los caballones, con su respectiva variedad de vegetales y plantas, su determinada distribución, los aparejos y tutores correspondientes a cada especie, nos hablan sin decir palabra, solo con el cuadro que nos muestran, del talante, carácter, sentido de la estética, y la Atención, – mimos, incluso -, que ponen de manifiesto la idiosincrasia de la persona, el carácter, la personalidad del que lo trabaja. Acompañando a las parcelas de labor, y como caseta para guardar las herramientas, y aparejos pertinentes para tales menesteres, podemos encontrar una variadísima en cuanto a formas y materiales con los que están construidas tales cabañas, que poco a poco con el paso de los años, se llegan a convertir en una segunda casa, especialmente cuando la persona ya entrada en años se jubila.

A partir de ese momento y casi de forma profiláctica, instintiva en ocasiones, y para no sentirse un estorbo en su propia casa, ante las faenas cotidianas del Ama de casa, para la que tal cambio de rutina de muchísimos años, no la suponga un estrés añadido; la opción de que marido disponga de aquella actividad fuera del hogar, supone una válvula de escape para ambos. Pues la sociedad en la que estamos, no contempla en absoluto la etapa posterior a la vida laboral convencional, como no sea con un Hogar del Jubilado, o el bar del pueblo donde vayan a jugar su partida de domino o cartas. Y precisamente aquí es donde casi sin darse cuenta, como sin pensarlo, vemos que algunas de estas Barracas, permiten disponer de un lugar de un ambiente adecuado, para la reunión de los colegas, amigos, o vecinos del huerto próximo, con los que no solo pueden contar con que echaran un ojo a nuestro huerto en caso necesario, si no que en ocasiones, aquel rincón levantado con sus manos y esfuerzo, los proporciona el marco pertinente donde poder reunirse para celebrar alguna merienda, asar unos pimientos, berenjenas, patatas, en la rustica barbacoa, acompañarla con una ensalada recién cortada, al igual que tomates y pepinos, y departir sin aspavientos, simplemente por el placer de compartir las viandas, mientras la bota de vino va pasando de mano en mano, hasta que llegue el momento de echar la partidita. Pero diréis,

Si aun hay nieve entre las coles, y las escarolas “. Esta claro que la climatología de la ilustración nada tiene que ver con lo que he tratado de contaros, pero a nivel pictórico las luces y sombras combinaban muchísimo mejor en estas circunstancias.

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